[Un pez extraño o Los poemas se dirigen a las redes de pesca de Tito Manfred]. Por Álvaro Gaete

"Este objeto extraño de libro, aceitoso, de ojos muy separados, extrañas vellosidades, es ante todo una performance", escribió Álvaro Gaete (Santiago, 1994) para la presentación de Los poemas se dirigen a las redes de pesca (Buenos Aires: Barnacle, 2018) de Tito Manfred, realizada el pasado 6 de septiembre en Santiago de Chile.

Un pez extraño o Los poemas se dirigen a las redes de pesca de Tito Manfred

“Es un pez opaco que vive sembrando el odio y la calumnia”
(Vicente Huidobro sobre “el Bacalao”)

“La literatura chilena, tan prestigiosa en Chile”
(Roberto Bolaño)

En el libro La novela luminosa, Mario Levrero plantea que la novela, hoy por hoy, corresponde a cualquier cosa que se ponga entre tapas. Me parece que es atingente señalarlo en este caso ya que Los poemas se dirigen a las redes de pesca podría considerarse una pequeña novela de iniciación. Tiene un principio y un final, una sucesión de hechos segmentada en entradas, un personaje que es este hablante terrible (¿deberíamos suponer que es Tito?), un conflicto, que podría ser su espacio en las letras chilenas, etc.
“Yo iba a ser la voz de mi generación
Algo salió mal y mi voz no representa
A nadie. No quiero tener que ver nada conmigo.
Vengo del futuro a decirte que no
Te gustarán estos poemas

Gracias por leer”.
Ya en el primer poema del libro, el hablante muestra su clara frustración. Una dislocación con su voz que no está dando con los lectores. Ni con el plan de trabajo que ha calculado trabajosamente. Concluye “No te gustarán estos poemas”, de manera tajante.
Cierra este paréntesis, que vendría a ser el libro, con el siguiente texto
“Son un público mediocre, mezquino
Pero les aviso: me pondré de moda y uds.
Podrán decir que me leían antes de que fuera
Mainstream. Criticarán mis poemas comerciales
Con placement y dirán que mis primeros poemas
-estado eran superiores. Una forma improbable de
Hipsterismo. Siéntanse orgullosos. Ahora tomen
Asiento y esperen a que me convierta en moda.
Pónganse cómodos, puede tardar”.
El problema tiene que ver con la época, con los consumidores del poema, pero no es la única marca textual interesante que nos deja este segundo fragmento. Por un lado, se refiere a este proyecto como poemas-estado. Un conjunto de entradas seleccionadas, con premeditación y conciencia, no aleatorias como lo haría un bot. El hablante es un personaje que se pasea entre la derecha y la izquierda, desconfía del discurso del arte comprometido, lo ve más como un arte higienizado, que busca acomodarse en los espacios de poder, prefabricado, listo para ser servido. Estos poemas-estado no nos dicen nada sobre las actualizaciones o comentarios en las redes. No sabemos cuál es su interacción con un medio más allá de que no es su época ni momento. No deja de ser menor este quiebre de la cuarta pared, donde el autor cuenta sus frustraciones al lector. La pesca separa los peces más comercializables, los más bellos y a los otros en la cubeta. Un espectáculo cerrado como este libro.
“…Matar al Neruda interior…

Matar el Parra interior
Matar al Zurita interior
Matar al Carrasco interior
O
Encerrarlos en una jaula de pelea
SOLO QUEDARÁ UNO
A ese también matarlo”
Este objeto extraño de libro, aceitoso, de ojos muy separados, extrañas vellosidades, es ante todo una performance. Una parodia al estilo de poetas mexicanos como Luis Eduardo García o Ángel Ortuño, autores que se sirven de la metaliteratura y un terreno tan fértil para el humor como es el mundillo de los poetas. La parodia que hace Tito es un tanto descarnada y es en su formato de espectáculo que advierte: “No te gustarán estos poemas”.
El nihilismo del hablante oscurece el registro, pasando a veces por la xenofobia, por lo gore, contradicciones ideológicas o un discurso derechamente incorrecto. La voz, que no representa a nadie, de este autoproclamado “casi punta de lanza de generación”, se mimetiza con la de otros autores, probando fórmulas ya conocidas, pero oscureciéndolas. Varios son los ejemplos. Destacan los ejercicios metafísicos a la manera de Juan Luis Martínez, que buscan poner a prueban la inteligencia del lector al otro lado del papel, como en “Laboratorio de poesía número 2”.
Hay otras formas de apropiación de estilo más evidentes o declaradas como “Facsímil de Alejandro Zambra (pregunta descartada)” o el siguiente poema sin título que podría remitirnos al trabajo de Bruno Vidal.
“Esta poesía objetivista: exprópiese
Esta lírica negativista: exprópiese
El poema especulativo: exprópiese
El verso proyectivo: exprópiese
Los poemas de moda: exprópiense”
Es curiosa esta actitud, porque en más de un poema del conjunto intenta deshacerse de paternalismos literarios. Parodia sus formas no para hacerlas funcionales, sino para probar un punto: él debía ser la voz de esta generación. En Shanzai, libro de Byung Chul Han sobre la apropiación y deconstrucción en la cultura china está presente esta idea. Nos dice que en la China imperial las imitaciones de la obra de un pintor eran respetadas e incluso más valoradas que el original, a diferencia de nuestra concepción occidental más cercana a la idea de plagio.
“Vengo del futuro
Los poemas en lenguaje binario
Siguen regalando carcajadas;
Todavía hay promotoras de la poesía
Del cuerpo, pero sus cuerpos
Ya no producen agua;
La academia de no talentos
De Kenneth Goldsmith
Es todo un éxito
Nadie me da bola”.
No es el lugar ni el momento para nuestro personaje. Como mencioné anteriormente, hay cierta influencia de autores mexicanos en este libro. Tito Manfred antologó a los ya mencionados autores en el libro Guasap. 15 poetas mexicanos súper actuales (La liga ediciones, 2016), junto a Mauro Gatica. En lo que me parece un ejercicio a destacar, el hablante-autor de Los poemas se dirigen a la redes de pesca parece ser uno apócrifo, paralelo a México, no siendo profeta de nadie, en la que dice es su tierra (Chile).
Los poemas son un subproducto, una mercancía y una ostentación en Los poemas se dirigen a las redes de pesca. Moneda de cambio en su relación con el mundo que le devuelve imágenes difícilmente “poetizables”. La lectura se arma a partir de pequeños brillos en el río. Está presente esa idea poundiana de que a lo sumo uno escribe dos o tres poemas buenos en la vida. Poemas inacabados, ensayos de poema, en los que crítica la forma, la transparencia del poema. “Supón que un sol / de invierno en el poema / fuera un sol de invierno / en la realidad. / Quiero decir, se enuncia / un objeto porque / ese objeto existe”, la adaptación cómoda ante el establishment: “Estos poemas los escribiste gracias a la beca, ¿cierto? Tengo varias sospechas de tu hablante”, etc.

¿Cuáles son las mejores condiciones para que subsista un pez extraño?

Hace algunos días en las aguas del Seno de Reloncaví se fugaron salmones, lo que puede derivar en un desastre ambiental de graves consecuencias ya que estos ejemplares han recibido toda su vida tratamientos con antibióticos (que podrían afectar a otras especies, al ser devorados o reproducirse).
Probablemente este sea el libro secreto de la poesía chilena. Uno de restos y borraduras, no tachaduras (que irónicamente tienen marca de autoría). Es un libro de error, no del desastre bello, como Junkopia (de Jonnathan Opazo y Rodrigo Figueroa). Una guerra declarada a la tradición y al anquilosamiento, al proyecto sin riesgo, a la obra sin saltos al vacío, a las etiquetas del mercado como “el nuevo Tellier” o, a escala internacional, “el siguiente Kafka”; “el Kafka chileno”, como Pablo Neruda llamó a Juan Emar; el “próximo próximo Joyce”, etc., y todos esos trucos que asombrosamente funcionan al momento de vender un producto.
Esto último me recuerda un apunte que es parte de Las prosas apátridas de Ribeyro:
“La existencia de un gran escritor es un milagro… Por cada gran escritor, ¡cuántas malas copias tiene que ensayar la naturaleza! ¡Cuántos Joyces, Kafkas, Célines velados o sobreexpuestos habrán existido! Unos murieron jóvenes, otros cambiaron de oficio, otros se dedicaron a la bebida, otros se volvieron locos, otros carecieron de uno o dos de los requisitos que los grandes artistas reúnen para elevarse sobre el nivel de la subliteratura. Falta de formación, enfermedades, pereza, carencia de estímulos, impaciencia, angustias económicas, ausencia de ambición o de tenacidad o simplemente de suerte, son como el billete de lotería prometedor al cual solo le falta el número terminal para obtener el premio en la rifa de la gloria. Y algunos han probablemente reunido todas esas cualidades, pero les faltó la circunstancia azarosa, la aparentemente insignificante (la lectura de un libro, la relación con tal amigo), capaz de servir de reactivo al compuesto químicamente perfecto y darle su verdadera coloración”.
¿Qué se puede decir entonces sobre la vida de los peces que se escapan de la red? Que dependen de las condiciones ambientales. Este es el caso de un medio tóxico, desagradable, solitario. Estos poemas una mutación: Los peces se dirigen a las redes de pesca. Los ensayos evolutivos llegan a la orilla. Son un plato exótico para depredadores mayores o se asfixian en la orilla luego de sus primeros pasos; pero llegan a la orilla, desde ahí es que escriben.

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