[Ulupica, trece poetas bolivianos actuales: movimiento de voces en desorden]. Por Guillermo Mondaca

Guillermo Mondaca escribe sobre Ulupica, trece poetas bolivianos actuales, aparecido en Valparaíso durante el mes de enero de 2017 por Ediciones Libros del Cardo y compilado por los poetas chilenos Gladys González y Juan Malebrán.

Ulupica, trece poetas bolivianos actuales: movimiento de voces en desorden

Ulupica, trece poetas bolivianos actuales viene a plantear una otredad en el campo de la literatura chilena contemporánea, una diversidad, un refresco necesario. Y esto se vuelve más substancial ya que nos llega desde otras fronteras, espacios discursivos que, alejados del centro “chileno-santiaguino”, nos acercan una muestra heterogénea, pero no menos significativa del trabajo de poetas jóvenes de territorios un poco –poquísimo– más lejanos.
En esta muestra de poesía boliviana se puede vislumbrar, primero, que la propia heterogeneidad constituye un aliciente necesario para el funcionamiento del libro-tejido, en cuanto elude constituirse en un monolito de preferencias autorales. Segundo, dicha heterogeneidad convoca una serie de voces que nos pueden entregar una visión bastante amplia sobre la manera en que se está escribiendo en dichos espacios pues, aparte de la libertad y las búsquedas que implica lo diverso, se vislumbran ciertos procedimientos y prácticas discursivas bastante alejadas del canon oficial del habla y la poesía “gringa-conversacional” que parece dominar en ciertas publicaciones chilenas. Aun cuando estas influencias existen en Ulupica, se escapan, van más allá. Parecen ser reinterpretadas, o sea, re-escritas a la luz de la propia lírica de los poetas aquí presentados.
El manejo de las influencias es complejo y libre, responde al propio cuestionamiento vital de cada autor antes que a una recepción uniforme de las mismas. Así, un factor decidor en esta colección es la re-impronta del “yo” como espacio escritural, como punto de partida y objeto inalcanzado en el poema. El sujeto vuelve a ser un punto importante en el tejido, en su construcción y en su devenir. Como se lee en los siguientes versos del autor Sergio Gareca Rodríguez:
Yo soy el amor mal curado
vengo por dios o por quien sea
en mi puerta un perro de sombra
me espera
fiel a mi pasado (34).
O bien en los versos de Rocío Ágreda Piérola:
La única luz se llama pánico
entre los árboles
miro un sol atrapado en largas clorofilas
de sedimentos tristes
es una temporada de hienas (9),
Otro procedimiento de gran importancia en el libro –como se observa también en los versos citados anteriormente– es la recurrencia de la imagen como punto de tope de la intensidad del texto; a saber, como frontera entre lo que se quiere decir y lo que no se alcanza nunca a decir. Todo se resuelve, muchas veces, en la imagen. Cultura del ojo, el táctil sentido visual acá converge con el ritmo en una compleja e interesantísima manera de componer los versos asociados a imágenes densas. Aquello es común a la mayoría de los poetas. Anahí Maya Garvizu, por ejemplo, escribe:
Pensamientos que llegan
igual a la imagen de las primeras gotas de lluvia
sobre un río calmado (63)
O Lucía Natalia Rojas: “Del alcohol inmaculado que en tu aliento transforma la noche”. Estos versos dan cuenta de una manera de componer poesía que llama la atención pues dejan entrever cierta densidad textual otrora perdida, enterrada en la superficie de la experiencia cotidiana, que, sin embargo, sigue estando presente aunque transfigurada, trastocada por ciertas honduras:
Tu voz atraviesa bando a bando en busca del caballo
y escuchas la cercanía del galope apoyando el oído en la tierra (61).
Esta entrega de Libros del Cardo aporta en la fisura, la fuga –o por lo menos en su gesto– del horizonte de recepción actual. Nos permite, a su vez, observar la mesa de disección de otros artistas que, en su propio devenir, confluyen hasta nosotros en una necesaria otredad; permite hacernos parte de las búsquedas y los hallazgos que se están gestando, hoy por hoy, más allá de la aldea y del lenguaje de nuestra tribu.

Guillermo Mondaca (Coquimbo, 1991). Licenciado en Letras y Ciencias del Lenguaje con mención en Investigación por la Universidad Finis Terrae. Ha publicado Nocturna (Santiago de Chile: Fuga, 2014). Ha sido becario de la Academia de escritores de Lo Prado (Santiago de Chile 2014-015) y de la Fundación Pablo Neruda, La Sebastiana (Valparaíso 2015).

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