[El vestigio como clave de acceso]. Por Cristián Geisse

Fragmentos que abordan la contrahistoria del libro, obras y autores fantasmales de la literatura chilena se reúnen en Vestigio y especulación, conjunto de ensayos y artículos publicado por Chancacazo este año 2014. Revisa la reseña realizada por Cristián Geisse (Vicuña, 1977), Licenciado en Literatura (PUC) y autor de un puñado de interesantes libros.

El vestigio como clave de acceso

Siento verdadera simpatía por este libro, por distintos motivos. Quizás los más importantes sean su origen anecdótico, su vocación contracultural y su alejamiento del inmanentismo textual.
De acuerdo a los editores, el germen de estos ensayos no detonó en las frías aulas de una universidad, sino en un bar, como se hace explícito en su introducción (9). La idea detrás de esta circunstancia que podría perfectamente haberse omitido, pienso, es que la universidad tiene que salir y estar afuera, abrirse al mundo y no pudrirse en su torre de marfil. Esto se proyecta en los artículos o ensayos que componen este libro, pues uno de sus objetivos es también cuestionar y desmantelar los cánones, la historia oficial, la fuerza de los poderes hegemónicos, los cerrados circuitos de circulación del pensamiento y la prepotencia de ciertas ideas que han provocado funestas consecuencias en importantes sectores humanos. La academia acá entonces, si bien realiza este trabajo desde su lugar privilegiado, lo hace a veces como fuerza vindicativa, buscando intervenir el poder simbólico y entregar importantes claves en relación con nuestros campos y polisistemas culturales. Se agradece entonces el gesto, tanto como el evidente esfuerzo intelectual, las sesudas elucubraciones, el análisis exhaustivo y el compromiso con los objetos de estudio.
Es muy coherente que tales objetos de estudio sean textos, obras y autores extremadamente elusivos, inconclusos, extraviados, “fantasmales” y “límbicos”. En general son manuscritos perdidos, paratextos sin textos, libros desaparecidos, producciones intelectuales silenciadas, autores sin producción textual, proyectos de obra interrumpidos y versiones descartadas de poemas. La enorme productividad a partir de objetos tan esquivos y difusos sorprende gratamente y estos se vuelven perfectos para dar esa otra mirada, tan necesaria siempre, desde lugares marginados, desde ángulos comúnmente descartados, despreciados o simplemente ignorados.
La reflexión sobre el fragmento –cuyo marco teórico es profuso y se encuentra vastamente analizado en todos los artículos- es un pie forzado que deriva en una de las contribuciones más importantes del libro: la idea de vestigio, definido como “una manifestación cuya materialidad ha sido fracturada o abortada, pero cuyo sentido, por medio de redes de asociación, puede de algún modo llegar a interpretarse, es decir, especularse” (14). A partir de este concepto y evidencia material se desarrolla un problema epistemológico que desmantela las categorías de unidad y totalidad, contribuyendo con su granito de pólvora al cuestionamiento de los frutos de la pasada modernidad. La hipótesis más general dentro de los ensayos del libro, de acuerdo a sus editores, es que tras esos quiebres o interrupciones que dan origen a los vestigios, “subyacen un conjunto de coacciones que encaran los fundamentos mismos de la práctica cultural”, coacciones y vestigios que dan pie a las mencionadas especulaciones y redes de asociación que están en el centro de la metodología de esta propuesta y que, a la larga, muestra un poder reconstructivo y proyectivo real y muy concreto.
El asunto, explica Hugo Herrera: 

nos conduce a tres exploraciones. Primero, nos introduce a una contrahistoria del libro en sus diversas dimensiones, desde su aspecto como objeto hasta sus efectos como institución hegemónica del conocimiento. Este hecho, en segundo lugar, nos lleva a interrogarnos, a partir de la evidencia de ciertas coacciones materiales, por cuales han sido algunas de las condiciones históricas y limitantes de la enunciación, publicación, circulación y relación social del libro. Por último, y de modo más general, nos conduce a problematizar cómo, en distintos momentos y circunstancias de nuestras sociedades, hemos llevado a cabo el complejo proceso de la circulación del sentido, la construcción del significado y su valoración social (199).

Esto se cumple en casi todo el conjunto que, además, tiene la virtud de llevar a cabo tales exploraciones en parte importante de la historia de la literatura chilena. De esta manera toma en cuenta temas que van desde la fuerza hegemónica de la monarquía en la Colonia, la oprimida producción intelectual de la mujer en el siglo XIX, las vanguardias en la provincia chilena de principios de siglo XX, los desaciertos en la edición de parte de la obra póstuma de la Mistral, la generación del 50 en uno de sus más extraños representantes, los libros secuestrados durante los primeros años de la dictadura de Pinochet, llegando también a la “generación dispersa” y la “poesía del paréntesis” en los años ochenta. Creo que se nos revela así de una manera profunda y bastante acabada, la cocinería y el claroscuro de las prácticas culturales y políticas chilenas en distintas épocas dentro de lo que podríamos llamar nuestra historia nacional.
A pesar de que para un lector excesivamente lego el libro podría parecer denso y hasta espeso, la verdad es que los ensayos de Vestigio y especulación pueden llegar a ser apasionantes, instructivos, llenos de hallazgos, amén de contundentes en sus proposiciones y en la rigurosidad de métodos y análisis. También se entregan en ellos claves importantísimas sobre la forma en que se ha hecho literatura en Chile y los notables alcances a los que puede llegar la crítica más seria y exhaustiva. Por lo demás todos los investigadores son jóvenes –algunos no llegan a los treinta y ninguno alcanza los cuarenta- que analizan literatura, política y sociedad, aportando cada uno de ellos con una perspectiva diferente, atreviéndose con hipótesis distintas en la aplicación de la hipótesis general, con base en un marco teórico propositivo y hasta original que da para mucho, para investigaciones incluso más allá de nuestras fronteras y de los que se puede esperar nuevos y productivos aportes.

Cristian Geisse Navarro (Vicuña, Chile, 1977). Licenciado en Letras por la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magíster en Literatura Hispánica por la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso. El año 1997 fue becario de la Fundación Neruda para su taller de poesía en la casa museo La Chascona en Santiago. Mediante un proyecto ganador del Fondo del Libro del Gobierno de Chile, publicó una colección de textos literarios de Alfonso Alcalde durante el año 2007. El año 2010 publicó una antología ficticia de poesía titulada "Los hijos suicidas de Gabriela Mistral". El año 2011 la editorial porteña "Perro de puerto" publicó su conjunto de cuentos titulado "En el regazo de Belcebú". Durante el 2012 fue coeditor de "El pequeño odioso: antología de poetas precoces chilenos". Ese mismo año la Biblioteca Viva La Serena presentó "El debe y el haber", la primera exposición de su trabajo como artista visual

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