[La muerte de Carlos Pezoa Véliz: construcción de sí e imagen de escritor]. Por Víctor Quezada

En La Calle Passy 061 les presentamos una aproximación a la construcción histórica de la imagen del poeta chileno Carlos Pezoa Véliz. Imagen problemática a lo largo del siglo. El presente texto analiza uno de los primeros momentos de esta construcción: el prólogo a "Alma Chilena" (1912), atribuido a Ernesto Montenegro y una respuesta realizada por Samuel A. Lillo aparecida en la prensa nacional (Las últimas noticias, 26 junio 1912), en la que se trata de refutar la biografía aparecida en el libro póstumo del poeta. 



La muerte de Carlos Pezoa Véliz: construcción de sí e imagen de escritor

Presupuesto: imagen de escritor
Los escritores inscriben imágenes de sí mismos en sus textos. Teóricamente, estas imágenes se producen en su relación con la sociedad, la tradición y campo literarios, uniendo texto y situación de comunicación sin que, necesariamente, dichas imágenes lleguen a confundirse con el autor en tanto sujeto físico o biográfico.
Pero las imágenes de escritor no simplemente pertenecen al nivel de la producción de tal o cual autor, es más, estas imágenes inscritas en los textos de ficción, se construyen relacionalmente mediante la interacción con los receptores comprendidos en los niveles institucional y particular de recepción: intermediarios, agentes de transformación y lectores individuales. Las imágenes de escritor se afianzan y encuentran legalidad en los ámbitos editoriales, de la crítica periodística y las teorías académicas, lo que ayuda a deslindar cierta idea de lo literario en un tiempo y una sociedad determinados.
Esta red de relaciones que constituyen la imagen del escritor, se entronca, a su vez, con la problemática más general del “ethos”, entendido como la construcción de sí que realiza el locutor en la escena de enunciación. Afirmamos que para el caso particular del discurso literario, el “ethos” debe vincularse con este conjunto de relaciones estratégicas, de posicionamientos frente a la historia social y literaria.
En el presente texto, trataremos de indagar en la construcción de la imagen del poeta Carlos Pezoa Véliz, pero ya no de su auto-imagen: la que se derivaría de su producción literaria, sino de la que se construye en el prólogo (atribuido a Ernesto Montenegro) de “Alma chilena” (Santiago de Chile; s.n., 1912) y de la seguida impugnación de dicha imagen realizada por el poeta Samuel A. Lillo, en la sección “Autores y libros” del diario chileno “Las últimas noticias” el día 26 de junio de 1912, primer momento de una polémica que se repite a lo largo del siglo XX en Chile.
Sin embargo, en esta indagación, el vínculo arriba descrito entre imagen de escritor y “ethos” discursivo debe modificarse. Y esto porque la construcción de la imagen de Pezoa Véliz que revisaremos en ambos textos, es el objeto de los respectivos enunciados. Suponemos, sin embargo, que, en la medida en que los locutores (narrando, describiendo o argumentando) evocan su propia enunciación, dan cuenta de la representación que hacen de sí mismos. Los locutores nos dicen mucho más de sí mismos y sus posiciones en el entramado de la comunicación literaria que de los respectivos objetos que construyen, cuestión insoslayable, según entendemos, a la hora de comprender la imagen de escritor en su sentido general.

Antecedentes: Pezoa Véliz precursor y huacho
Carlos Pezoa Véliz marca en la tradición literaria chilena uno de sus primeros monumentos y, sin lugar a dudas, el primero en la tradición de la poesía chilena. La incertidumbre respecto de su biografía, el hecho de su temprana muerte en 1908, cumplidos los 28 años de edad, su carácter inédito y las sucesivas reconstrucciones de su obra, contribuyeron a definir la posición del poeta en la literatura nacional.

A cuatro años de su fallecimiento se publica la primera recopilación de su obra: “Alma chilena”, atribuida a Ernesto Montenegro. En este libro se perfila una imagen del poeta como sujeto predestinado por las circunstancias de su origen “incierto” a ser “el primer poeta popular” de Chile (6). Caracterización que se iría afianzando, sin descontar ciertas voces de disidencia, con las posteriores recopilaciones de su producción literaria.
Contrastando con Montenegro, para Armando Donoso (en “Poesías y prosas completas”, 1927), la poesía de Pezoa no es “fruto del pueblo”, ni puede considerarse como peculiar de “la manera del sentir de las clases humildes”, es más, concluye que “el sentimiento de las cosas populares era antes imaginado que sentido en Pezoa” (36).
Nicomedes Guzmán, treinta años después (“Carlos Pezoa Véliz. Antología”, 1957), relevaría el poder de su escritura para “aglutinar en sí el sentimiento colectivo del pueblo”, pues es: “difícil descubrir en las letras de Chile […] una voz poéticamente más característica […] de nuestra tierra y sus hombres” (11).
Caracterizaciones que a principios del siglo XXI, en la re-edición de “Alma chilena”, el académico Naín Nómez recogería, pero bajo un cariz especial, denunciando, por una parte, el ocultamiento que se hizo de la considerable producción de origen “popular” del poeta (la que se refiere a la producción en décimas bajo el género de la lira chilena), y, por otra, resaltando nuevamente las hipotéticas circunstancias de su origen que vincula con una especial reivindicación de lo latinoamericano postcolonial: “Es muy posible que el iniciador de la poesía chilena moderna haya sido un huacho y este hecho es tal vez el síntoma más indeleble de su pertenencia a una matriz generativa real e imaginaria, que se ha transformado en un dato fundamental de nuestra chilenidad y nuestra latinoamericanidad” (5).
A la primera intención de situar en Pezoa a un sujeto social determinado (el que se identifica con el “huaso” y el “roto” chileno como matrices de significado de una “identidad nacional”), se suman las nociones de clase social y pueblo, y Nómez, por su parte, añade otra característica: la del hijo no reconocido por un padre en una posición más alta en la escala social a manera de “condición” de la “realidad” latinoamericana.
En este sentido, las construcciones de la imagen de Carlos Pezoa Véliz en tanto escritor, no emergen de la “simple” lectura de su producción literaria (por otro lado, no existen las lecturas simples), sino que necesariamente se cruzan con una hipotética biografía, importante por su carácter abierto: susceptible de ser re-semantizada; cuestión que devela el específico cariz de la construcción de la imagen de Pezoa a través de la historia.

Dentro de esta breve constatación de hechos, nuestra intención en lo que sigue pasa por intentar acceder a la construcción histórica de la imagen de Pezoa, contrastando las que se producen en el prólogo a “Alma chilena” (texto 1) y el artículo titulado “Carlos Pezoa Véliz” escrito por Samuel Lillo (texto 2), elegido aquí por su intención refutatoria.

La enunciación
Analizaremos en términos generales la enunciación de los textos elegidos en relación a dos directrices: las construcciones de la imagen de sí de los locutores y la imagen de Pezoa.

1. Imagen de sí: objetividad y verdad
En el texto 1 el locutor, obedeciendo a las exigencias genéricas del prólogo, se manifiesta objetivo en relación a los asuntos literarios (“se comprende: la obra del poeta […] rara vez perdura si sus hojas no tienen la consistencia de las hojas de un libro” – “no hemos de insistir mucho para que no se confunda el concepto de poeta popular con el de poeta vulgar”), y en otro nivel, como un cercano a Pezoa mismo o, alternativamente, como uno de sus amigos (“Nuestra amistad con el poeta data de la época en que vuelve a fijarse en Viña del Mar” – “Para nosotros era […] un sujeto interesante”), en virtud de dar verosimilitud al discurso biográfico que despliega. No obstante la distinción de estos niveles, es necesario constatar que tanto la biografía como las cuestiones “académicas” consignadas, formaban parte necesaria de la interpretación de un texto literario en el momento que analizamos.
Ambas modalidades de su imagen encuentran destinatarios distintos con los que busca grados de identificación variable.
Con un primer grupo de destinatarios, el de los amigos de Pezoa, se identifica casi completamente, por medio de designaciones como: “unos cuantos amigos, fieles…” - “su poesía alcanzó a interesar a un grupo de jóvenes escritores”; o por medio del uso de la primera persona plural: “Sus amigos […] recordamos haberle visto durante toda una vigilia componiendo una rimas jocosas…”
Otro grupo de destinatarios le sirve para manifestar sus intenciones: “[que] la juventud chilena se inicie en el conocimiento de un gran poeta de su sangre, que estaba en peligro de morir por culpa del menosprecio…”
También inscribe un tercer grupo de destinatarios (los escritores populares, los escritores decimonónicos) de los cuales se aleja, describiéndolos en términos peyorativos: “ninguno de los infelices compositores de décimas […] ha dado indicios de un genio capaz de mostrarnos profundamente los sentimientos de su clase” - “[el estilo de Pezoa] puede beneficiar más a la juventud […] que todas las lánguidas perfecciones de los abuelos”.

El caso del locutor del texto 2 es distinto. El texto del que hablamos es publicado en la prensa, en el espacio dedicado a la literatura del diario “Las últimas noticias”, y se manifiesta como una respuesta a lo que Samuel Lillo manifiesta como “algunas noticias erróneas acerca de la vida y la familia de nuestro malogrado poeta”. Estas características de textuales, lo inscriben en un espacio difuso entre un género literario y otro judicial, puesto que sus intenciones son las de ofrecer la “verdad” sobre la biografía del poeta por petición de la familia sobreviviente: “Accediendo a los deseos manifestados por unos parientes cercanos, hemos escrito este artículo”.
El locutor 2 no se manifiesta como objetivo o simplemente cercano, sino como poseedor de la verdad debido a su experiencia directa y, también, como portador de la voz de la familia: “los que lo tratamos de cerca” – “siempre recuerdo a Pezoa como un muchacho correcto”. Condición que refuerza a través de la exposición de su melancolía: “Los amigos de pezoa […] no han conocido, tal vez, como nosotros, […] a un primo hermano del poeta tan parecido a este en el cuerpo y en el rostro […]. El día de los funerales, al volver con él, varios tuvimos la extraña sensación de que Pezoa regresaba con nosotros, y que era otro el desdichado que acabábamos de dejar junto a los nichos de los buenos viejos que lo habían precedido en el eterno viaje”.
Como vemos, el locutor 2 se identifica totalmente con esos “parientes cercanos” a los que, también, sitúa como destinatarios. Y construye, además, otros destinatarios a los cuales impugna: el autor de la biografía identificado con Ernesto Montenegro, y aquellos otros “amigos de Pezoa que han tomado esos datos como verdaderos”.

2. Imagen de Pezoa: su origen incierto
El texto 1 describe a Pezoa principalmente en relación a dos aspectos complementarios: su origen social y su originalidad literaria. Dos aspectos que, si bien podemos diferenciar en el análisis, funcionan como un conjunto dependiente, pues el origen social es garantía de su prosperidad literaria, no solo su supuesta “originalidad”. No obstante lo anterior, esa amalgama entre origen y originalidad, inscribe cierta contradicción si consideramos las secuencias donde el “pueblo”, las “clases humildes”, las “multitudes”, y, particularmente, los padres putativos del poeta (como los representantes individualizados de ese grupo social), son referidos. Esta contradicción es solo solucionada con la inclusión de la idea de la “predestinación”: fuerza a-histórica que le da coherencia al conjunto origen-originalidad.
Así, la representación de la figura de Pezoa nos interesa en la medida en que manifiesta esa configuración problemática de descripciones.
Texto 1
Origen – originalidad
Predestinación – destino literario
[Pezoa] “es un legítimo fruto del pueblo, por más que la exquisitez de su gusto literario y la distinción de ciertos rasgos de su fisonomía, en contraste con lo burdo de sus maneras y gustos personales, parecieran concurrir a delatar una de esas uniones híbridas que se ocultan al fondo de las casas patricias” (7)

“¿Pudieron imaginarse [sus padres] y pudo importarles, que la única recompensa de tantos afanes estaría en la circunstancia de ligar sus oscuros nombres a una de las obras más originales y duraderas de nuestra literatura?” (8)
“A nuestro poeta le tocó el lote más humilde, la porción más grosera de todas; el destino le había señalado para darnos la primera revelación del alma popular” (6)

“era preciso que alguien venido del fondo mismo de esta sociedad diera expresión artística al sentir de sus iguales. Alguien que hubiera nacido como el pueblo nace, de un origen incierto, y caído prematuramente en la orfandad que hubiera sufrido sus privaciones, vivido su infancia sin alegría y su azarosa juventud” (7)


Observamos aquí, por una parte, la intención de vincular la imagen de Pezoa a un grupo socio-económico bajo (“es un hijo legítimo del pueblo”), pero solo en la medida en que se revela una hipotética relación con otro grupo social más acomodado (“al fondo de las casas patricias”) con el que se identifica la práctica de lo literario y unas características fisonómicas particulares (“la distinción de ciertos rasgos de su fisonomía”) en contraste con las propias del pueblo: “lo burdo de sus maneras y gustos personales”. Esta construcción de su origen realizada en este texto particular es la que alentará la lectura más actual de la figura de Pezoa Véliz (a la que hicimos referencia en las palabras iniciales) sobre su condición de hijo no reconocido (o “huacho” como escribe Naín Nómez).
Sus padres putativos, por otra parte, no son sino unos “oscuros nombres” adheridos a su prestigio literario y pertenecen al “lote más humilde, la porción más grosera de todas”  las del pueblo. Condición que, a pesar de la caracterización negativa, se manifiesta como una matriz necesaria de su misma nombradía futura. Su destino era, pues, pertenecer al pueblo para poder darle “expresión artística”, verdadera expresión artística, agregamos, no aquella con vigencia a principios de siglo XX en Chile, la de los “infelices compositores de décimas”, o la de las “lánguidas perfecciones de los abuelos”. Reconocemos entonces a ese grupo de destinatarios indirectos que inscribe el locutor 1, y el énfasis sobre la posible construcción de una idea de la literaria nacional (una poética histórica).

En el texto 2, la imagen de Pezoa aparece en relación a la falsedad de los datos biográficos construidos por Montenegro, principalmente en lo que concierne a su origen y su personalidad. Por tanto, el eje de la construcción de la imagen de Pezoa aquí es el de la verdad / falsedad de los hechos.
Texto 2
Personalidad
Origen
[Era un] “hombre de estudio. Se acercó a los trabajadores, participó de su vida, les dio conferencias, y aun les facilitó libros” (2)

 “Por lo que respecta a lo democrático de su aspecto y al fondo plebeyo que a cada paso dicen que se revelaba en él, los que lo tratamos de cerca nada notamos. Lejos de eso [era] un muchacho correcto, callado, de aspecto un poco orgulloso, pero lleno de ternura y cariño para con sus amigos” (2)

“sus composiciones campesinas fueron estudiadas en el terreno mismo, pero él no intervino como actor en las escenas que describe” (3)
“sus padres eran personas de modesta pero holgada condición social” (1)

“lejos de oponerse sus padres a este viaje […], lo ayudaron pecuniariamente, sobre todo su cariñosa madre” (1)

“sus padres sufragaron también en esta ocasión los gastos correspondientes” (2)

“no han conocido, tal vez, como nosotros, en las visitas que hacíamos al hospital, a un primo hermano del poeta tan parecido a este en el cuerpo y en el rostro, que es una contradicción viviente del origen esporádico…” (3)

El énfasis que notamos sobre la corrección y prudencia, el carácter voluntarioso para con los trabajadores, incluso más, el hecho de que Pezoa haya estudiado en terreno sus “composiciones campesinas” sin llegar a ser partícipe de las escenas de trabajo y socarronería popular descritas en poemas como “Pancho y Tomás” o “Alma Chilena” tienen la clara intención de borrar el “origen” que se le atribuye en el texto 1, el cual se manifiesta inaceptable en la medida en que es “falso” y el locutor del texto 2 adquiere las características de defensor legal.
Las secuencias en que refiere a la enunciación del locutor 1, introducidas mediante negaciones o con el conector “pero”, marcan ese carácter judicial de su enunciación, a la vez que despliegan un doble movimiento: se construye un “destinatario indirecto” identificado con Ernesto Montenegro; y se suscita la existencia de otros puntos de vista en su propia enunciación (o lo que Ducrot llama “enunciadores”), dando cuenta del carácter dialógico de su discurso.

Ethos
Hemos tratado de analizar aquí el carácter polémico de la construcción de la imagen del poeta Carlos Pezoa Véliz en una de sus primeras fases, bajo el presupuesto de que dicha construcción, en los casos revisados, es productiva en la medida en que tiende a arrojar luces sobre la posición del locutor respecto de la escena de enunciación, como una manera de esclarecer las tácticas y estrategias implícitas en la representación del poeta.
Podemos sacar, entonces, dos conclusiones generales:
a). Las imágenes de sí implican ethos diferenciados: el de un mundo literario - académico para el locutor 1 (en la medida en que el discurso biográfico a principios de siglo, junto a las ideas de originalidad, raza o determinismo literario, forman parte de un horizonte de recepción particular de la historia de la literatura en Chile); y el de un mundo judicial, de defensa de “una cuestión de hecho” vinculada al carácter de restitución basado en la experiencia en la enunciación del locutor 2.
b). La condición de posibilidad de la literatura está cruzada por la posición social de los distintos agentes que intervienen dentro de la comunicación literaria. Así, que el origen incierto vinculado a la imagen de Pezoa posibilite o no la aparición de un fenómeno literario, es menos importante que trascender ese origen (ascender en la escala social), pues, ambos locutores parecen decirnos que la pertinencia de la idea de lo literario y las imágenes que se derivan de ella hacia principios de siglo XX en Chile, pasa por la pertenencia a una clase social determinada.

Bibliografía

Montenegro, Ernesto. “Prólogo”. Alma Chilena. Santiago de Chile, 1912.
Lillo, Samuel. “Carlos Pezoa Véliz”. Las Últimas Noticias. Santiago de Chile: 26-07-1912.
Donoso, Armando. “Prólogo”. Antología. Santiago de Chile: Zig-Zag, 1957.
Nómez, Naín. “Una presentación para esta nueva edición”. Alma Chilena. Santiago de Chile, LOM ediciones, 2008

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