[De la extrema irregularidad] Por Carolina Melys

De la extrema irregularidad es una pequeña publicación artesanal de la poeta Florencia Smiths y el narrador Marcelo Mellado. Conoce más sobre la plaquette publicada a finales de 2009 en el siguiente texto de Carolina Melys.

De la extrema irregularidad de Florencia Smiths y Marcelo Mellado

Cena en el litoral. Al lado mío una mujer, Florencia Smiths su nombre. Me cuenta de un texto que ha publicado en conjunto con Marcelo Mellado. La plaquette se llama De la extrema irregularidad, editada por la Editorial Economías de Guerra, en San Antonio, el año pasado. Lo compone un cuento de Mellado, “Pulento Amor” y un texto poético de Smiths, “La ciudad No”.
Pienso, mientras lo leo, que es una escritura del afuera, que se sale del centro –por evitar decir que está al margen- de lo político, de lo geográfico, de la voz -que siempre es la del hombre- a la que estamos acostumbrados.
La voz de Mellado y Smiths es la voz de la diferencia, lograda en una narrativa y una poética precisas. Pero en este punto debo detenerme, en tanto el concepto de diferencia me parece excesivamente amplio.
La modernidad –y en esto sigo a Teresa Ebert- instala por un lado la idea de la igualdad universal y por otro la legitimación de las divisiones de propiedad, de recursos y trabajo según las diferencias entre hombres y mujeres, blancos y negros, propietarios y trabajadores, colonizadores y colonizados. Es esta contradicción la que provoca la crisis del pensamiento moderno, al no poder sostenerse en un discurso argumental.
El postmodernismo –término tan manoseado- viene de alguna manera a tratar de resolver este conflicto. Para esto introduce la idea de diferencia (entendida también como diversidad discursiva), legitimándola no solo como sello de una sociedad civil desarrollada sino también como un elemento integral de los nuevos derechos humanos. De esta forma desacredita la idea de igualdad (modernista) como signo de un universalismo represivo ya superado por las democracias occidentales. Sin embargo, esta idea de la diferencia es una pura ilusión, ya que la ‘normalización’ de las contradicciones a partir de este concepto sería solo un pretexto ideológico para defender los intereses de las clases dominantes. Dicho de otro modo, la guerra postmoderna en contra de lo universal oculta las contradicciones existentes en la modernidad, ya que la rotura de lo universal en rasgos diferenciales hace imposible aprehender las incoherencias de lo social. En palabras de Teresa Ebert: “El postmodernismo utiliza la diferencia (como una diferencia de signos, de identidad/textualidad) para desacreditar las llamadas a la colectividad y a la universalidad y, al hacerlo, justifica los intereses de las clases dominantes sólo porque tienen acceso a los recursos económicos”. Es en este espacio en que se instala no sólo el discurso social, sino también el discurso del feminismo. La pregunta que se nos plantea es cómo reescribir la diferencia y qué escribir como diferencia.
Es en esta discusión que la lectura de los textos de Mellado y Smiths se vuelven fundamentales. Sus discursos literarios (narrativa y poesía) dan cuenta de las contradicciones y las ilusiones que en la teoría se proponen, pero dan una paso más allá y logran acercarse a la realidad tan esquiva en los discursos academicistas, instalando una problemática social en un trabajo escritural bellísimo.


Marcelo Mellado, en su cuento escribe: “Uno quisiera imaginarse que la mejor teoría es la que se sostiene en una bien elaborada ficción”; y sin duda que este texto plantea una alternativa al poder imperante, en tanto la teoría de la práctica, que nunca es tal, es insuficiente y pobre argumentalmente para dar cuenta de procesos y acontecimientos locales como los narrados. La historia es la siguiente, en San Antonio, se quiere rescatar un espacio abandonado hace años para el quehacer cultural. Esto se ve enfrentado a los procesos propios de una ciudad en expansión, pues se quiere utilizar el mismo espacio para la construcción de un casino, estacionamientos y otros productos del progreso. El texto funciona no solo en términos de la ficción, con una prosa descriptiva lúcida y bien escrita, sino también como documento de una realidad local, con la ciudad puerto como telón de fondo. El texto de Mellado soporta no solo la historia, sino también la denuncia: “Siempre me ha impresionado el chillido jergal que las ideologías desparraman, sobre todo porque impiden el trabajo productivo o desplazan el deseo hacia los juegos de poder”, abriendo paso en su narrativa para la voz de la diferencia. Finalmente, interpela al lector para que se haga parte de la situación narrada apelando siempre al sentido de colectividad, tan perdido: “Lo digo así, como en teoría al voleo, sin dar nombres, por ahora, para darle trabajo al lector, para que sea él quien identifique a los hijos de puta que han rentado del actual estado de las cosas”.

Por otra parte, la poesía de Florencia Smiths, asume la diferencia no solo desde la voz femenina, que es fundamental y que más adelante comentaré, sino también en el discurso de la negación del espacio social. El texto titulado La ciudad No, está compuesto de tres partes: La ciudad No, Esta ciudad No y Las Muertas. En su discurso se evidencia el desplazamiento desde esta ciudad cerrada, en la cual no hay nada que se pueda decir, hacia las historias de las personas –trozos de gente- que se mueven en ella. Es una escritura de la ciudad que margina a sus propios habitantes, a “los veinte/ los cien/ los mil/ quinientos/ y sus partes”. Una ciudad que ha sido tomada por otros, y las huellas de la pérdida se exhiben en el cuerpo, en la cicatriz, en el silencio de la palabra. En este sentido el No cobra excepcional fuerza, en un discurso de la negación, en donde la única palabra que tiene voz es la del otro dominante que queda exhibida en los versos: “Tú/ Tú me vas/ Tú me vas a venir a decir/ Tú me vas a venir a decir a mí”. Y la voz propia se limita a revelar su imposibilidad como discurso argumental (“la ciudad que tenía voces que decían y contaban nada”), y poético, en tanto la palabra poética no da cuenta de la realidad cruda, ruda, dura (“la metáfora del cuerpo herido/ qué lindo sería escribirlo así pero No/ así no se puede”).

De esta forma, ambos discursos, el de Mellado y Smiths, ofrecen una salida a la teorización moderna, postmoderna, sobremoderna de la realidad, escapando mediante la denuncia por medio de distintas estrategias que intentan salvarse y salvarnos del discurso del poder, ya sea mediante la denuncia, el documento, el silencio, la voz.

Me voy a detener en la voz, pues no es casualidad que la mujer cobre fuerza en ambos textos. En el cuento de Mellado, la voz protagónica es la de una mujer, que se deja ver en dos momentos: al describirse como “hija” y al reconocerse como “estúpida” por creer en estas ficciones. En el texto de Smiths se hace explícita al concebirse como Rebeca, pero que bien podría ser “Ana tal vez Sara/ quizás Clara”. Una voz llena de fuerza y con plena consciencia de las cosas que pasan, al igual que la protagonista del cuento. Una voz que relata, pero que padece, que se marca en el cuerpo, el cuerpo de mujer marginada, en una ciudad que cierra los espacios dejando estas voces a la intemperie: “con la otra muerte/ la de nosotras/ detrás/ porque estamos/ menos vivas que antes/ porque nos sentimos opuestas/ desde antes”.
En conclusión, el texto De la extrema irregularidad se vuelve una lectura necesaria, no solo por un discurso que se sostiene a la perfección tanto narrativa como poéticamente, sino porque es capaz de traspasar las discusiones teóricas e iluminar la realidad que nos cerca.

Termina la cena en el litoral. Marcelo y Florencia vuelven a San Antonio. Pienso en que sería bueno que el texto llegara a Santiago, a Coquimbo, a Temuco, a cualquier ciudad, a todas las ciudades No que viven en la extrema irregularidad.

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