[Todo es cancha. Calle abierta de Patricio Contreras Navarrete]. Por Nicolás Meneses

Nicolás Meneses presenta el libro de poesía Calle abierta (Ediciones Balmaceda Arte Joven, 2016) del poeta Patricio Contreras Navarrete (Santiago, 1989).

Todo es cancha. Calle abierta de Patricio Contreras Navarrete

Miro el índice de Calle abierta y pienso en el primer nombre con que conocí este libro. Contrabando, el pre-bautismo que Patricio Contreras dio a este conjunto es vital para entender el movimiento de los textos, la transacción continua de diversas manifestaciones culturales con su escritura: esa aduana que permite el tránsito de la literatura a la realidad, el desplazamiento de la escritura a la vida y viceversa.
Y se me vienen a la cabeza dos palabras: poesía y política. La primera porque este tipo de escritura produce cierto escozor en algunos poetas que piensan que manchar la obra con una posición o una bandera es reducirla y la segunda porque no se cae en el generalismo de que “todo es política”, frase vaga y a veces hasta pretenciosa. Estos poemas intentan dar cara, es decir, identificar y enfrentar los clichés y puestas en escena que perduran sobre esta problemática. La respuesta es clara y simple: el hablante toma posición, asume un espacio, se "sitúa", al decir de Lihn, y desde esa trinchera enuncia. Cito del poema "Canchas de tierra":
creo que no podría entender este juego
sin el clavo en el zapato
el agua negra
la luz cortada
y el fresco de la mañana humedeciendo la tierra
donde los olvidados siempre juegan a existir (11).
Podríamos detallar incluso cómo la trama y urdimbre de ritmos, imágenes y propuestas filosóficas expuestas componen un cancionero político, a la usanza de los años sesenta, cuando arte y política era un binomio casi indiscutible.
Entonces la Calle abierta como sinécdoque donde entramos todos, imperativo político, indispensable punto de encuentro para una clase devastada por el régimen económico, alienada por el consumismo y el entretenimiento en lata. Las respuestas y medidas que aplica este hablante son categóricas: retoma la circulación y con ello la vigencia de panfletos políticos de Kropotkin y Marx, reescribe y parodia a la tradición poética nacional, retrata y canta a músicos, deportistas y pobladores que conforman ese tejido subterráneo e incombustible depositado en el imaginario popular. Disputar la calle, abrirla como sitio de tránsito permanente, lugar de trabajo, espacio político por antonomasia. Una lucha cotidiana por subvertir el statu quo como propone el poema "Ajedrez": 
En este tablero
las reglas son pautas de estrategia
pero la única regla en realidad
es cambiar las reglas del juego (45).
Por otra parte, la tríada entre fútbol, poesía y política me parece la parte más lograda del conjunto, no solo porque consigue posicionar a Puente Alto y resaltar el primer plano que ocupa hoy el "deporte rey" como ritual de masas. Este hablante consigue reproducir la acelerada cadencia y emotividad del relato radial de un partido jugado contra la adversidad, con jugadores aguerridos e hinchas incondicionales y sobre todo sufrientes. Hace mucho Pasolini proponía a la experiencia del fútbol como un nuevo sistema de códigos, capaz de comunicarnos mucho en su sugestión y literalidad. El poeta y cineasta italiano dividía los estilos de juego en prosista y poético. El primero se caracterizaba por su geometría, compuesto principalmente por descensos concéntricos (los jugadores desplazándose de su campo al campo rival), por las triangulaciones (los jugadores enviando y recibiendo pases con medidas de precisión y proyección) y también, y más importante, las conclusiones (los goles, en el arco rival, claramente). La belleza cinética, la prosa del juego colectivo y el momento poético del gol, que siempre es una invención y perturbación del código, cito del poema "Estadio de sitio": 
y hay cosas que jamás podrán negociarse
p. ej. Salas deteniendo el balón con el muslo
la habilitación perfecta de un Sierra inspirado
mientras Wembley -la Catedral- espera en silencio
el remate de un monstruo
el orgullo nacional
de un país entero al borde de las lágrimas (27)
O el golazo de Aránguiz a España en el Mundial de Brasil:
Pero allí estaba Aránguiz confiado
junto a cinco españoles
a tiro de cañón
(…)
no estaba nervioso
la agarró como venía y la metió adentro
con una delicadeza inédita
entre los pinganillas de sus vecinos (32-33).
Pasolini define el gol como fatalidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Los grandes momentos de una cruzada colectiva tienen que ver principalmente con estas emociones que convergen en un solo movimiento y explosionan. La política del fútbol de la que habla Pasolini no es diferente de la que maneja Patricio Contreras: sintaxis, juego colectivo y organizado, regate, contrataque y gol.
Sin embargo, Calle abierta no es una visión de ensueño, un horizonte de posibilidades estático por el que mientras se avanza, más lejano parece. Este refleja un derrotero que expone pequeñas certezas y grandes dudas, intenta seguir a los tiempos, mira la política, pero desde los ojos de una realidad “en constante proceso de admisión” donde reinventarse se hace indispensable como sugiere el poema "Insomnio" (2): "Cuando oscurece una idea significa / que está saliendo el sol en otra parte" (52). Calle abierta es una muestra clara de cómo en nuestros tiempos todo se enlaza y puede convivir en la escritura dinamitando “los cimientos de la realidad” y “la lengua de los farsantes”.


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